lunes, 16 de marzo de 2009

Biblioteca José Solís

Biblioteca José Solís

Como homenaje muy merecido, desde el 13 de Agosto del año 2000 la Biblioteca Pública en la Casa de La Cultura de Salgar, Antioquia, su tierra natal, lleva su nombre: Biblioteca José Solís-Moncada. Y su retrato al óleo adorna la sala del Secretario de la Academia Antioqueña de Historia, en Medellín, Colombia, junto a sus otros colegas. Liciria Solís en un emotivo discurso expresó en nombre de toda nuestra familia: -«Quiera Dios que de este recinto surjan como enjambres de espíritus alados, buenos pensamientos y buenas palabras que hagan germinar copiosa mies de ciencia»; y agradeció al alcalde Jaime Zuluaga-Correa y a Arminta Ríos-Ortiz por resaltar los valores de José Solís.

Mi abuelo José Solís-Moncada consideró la vida «como un capital que se coloca en el banco del tiempo y al cual se gira por la chequera de los días». De esos ahorros virtuales del intelecto nos estamos nutriendo hoy y se nutrirán mañana los herederos del tercer milenio para que revivan los sueños y aviven la esperanza, trove, trove compañero, no se me quede callado...

Sé Noble y Caballero

A mi nieto Fernando Martínez-Solís

Tú dirás a las gentes que desciendes de mí
Un antioqueño hidalgo de cepa castellana.
Que ha orado en los caminos y espera que el Rabí
Le dé a los de mi raza bravura americana.

Yo espero que mi prole predique lo que fui
A través de mi Patria y en la América Hispana;
Yo quiero que tú triunfes, yo anhelo para ti
Que Minerva te inspire cual bondadosa hermana.

Y así con tus arreos de Noble Caballero,
Recorrerás los amplios caminos de la vida,
Y alumbrará tu suerte como un claro lucero;

Libra grandes batallas, que te dejen herida
El alma de entusiasmo, sé ingente vocero
De bellos ideales con alma ennoblecida.

Medellín, Mayo 2 de 1946


Buenas noches amor

[Bambuco]
Salgar, Diciembre 1916

Buenas noches amor de mis amores,
acepta como ofrenda mis estrofas;
que se desprenden como tristes flores
del helado jensíl de mis congojas.

Por el mismo camino que hace días
me brindaba dolor y desconsuelos...
He venido a buscar mis alegrías,
aquí donde florecen mis anhelos.

En las fuentes serenas de tu alma
quiero librar como antes mi contento:
porque sé que al mirarte tengo calma
y se muere mi hondo desconsuelo.

Restaña las heridas del viajero,
y amortigua terríficos dolores...
Tú la única luz de mi sendero,
y la dueña de todos mis amores.


Anhelo

Afuera silva el viento. Ven coloca
sobre mi hombro tu frente dolorida,
cuéntame las tristezas de tu vida
y obséquiame los besos de tu boca.

Déjame reposar. Ansiosa y loca
mi alma descubre para tí su herida,
mírale como está de entristecida,
ven con tu mano, cariñosa toca.

Suelta tu cabellera como un manto,
canta, reanima mis sueños con tu canto
que yo al fulgor de tu pupila bruna.

me quedaré sereno como un río,
que en noches tristes sosegado y frío
recibe los fulgores de la luna.


Soliloquio

Las mujeres son magnolias de jardines terrenales,
que entusiasman y enloquecen, son idilios de Ternura;
son estrofas delicadas o sentidos madrigales
que nos brindan con amor el licor de la Ventura.

Son las flores que perfuman los caminos de la vida,
por do vamos fatigados hacia el campo del olvido;
llena el alma de congojas y la suerte dolorida,
y el palacio de la dicha en sus bases derruido.

Son arbustos que florecen ante el sol de los amores,
cristalinos manantiales de la vida y la amargura,
que van clamando anhelantes de este mundo los dolores
que llevamos en el alma como signos de tortura.

Son cual rayos coruscantes que entre acacias y amapolas
Helios cariñosos deja, siempre que ilumina el día;
son sus labios dos ontinas en cuyas bellas corolas
dejamos partes de vida y se gesta la alegría.

Salve ondinas encantadas, que nos dais para el camino
la fragancia de los labios y el fulgor de la mirada,
pues lleváis en vuestro cuerpo la dulzura del buen vino
y nos dais la gran esencia que hace nuestra vida amada.

Por vosotras vamos siempre alegres por el sendero,
donde las espinas hieren con singular desatino,
pues tenéis en vuestras almas nuestro porvenir entero,
y cultiváis con amor nuestro más bello destino.

José Solís-Moncada

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